Está cerrando otro ciclo lectivo. Fue un segundo ciclo de educación mediada por tecnología, en gran parte del año, debido a la pandemia por COVID-19. El cierre de las escuelas en marzo de 2020 y la necesidad de la continuidad pedagógica, dejaron al descubierto que la competencia digital resulta indispensable para sobrevivir en la llamada sociedad del conocimiento.
La discusión ya no gira en torno a la terminología con que se identifican a los contenidos de la disciplina informática a aprender en la escuela. Por el contrario, circula alrededor de la imperiosa necesidad de que no sigan egresando estudiantes del nivel secundario, sin poder desenvolverse como usuarios responsables de tecnología, sin estar motivados a elegir carreras afines por desconocerlas, sin contar con las habilidades para la dimensión digital de la vida en sociedad, entre tantas otras cuestiones desprendidas del vertiginoso avance tecnológico.
«…se recibió con mucho entusiasmo el lanzamiento del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología.
Ojalá no se dejen de escuchar voces, ni se dejen de enfrentar intereses, ni se dejen de debatir ideas acerca de cómo llevarlo a la práctica.»
Lo antes descripto es un problema detectado por la ADICRA hace varios años, y acelerado por la pandemia. En este sentido, se recibió con mucho entusiasmo el lanzamiento del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, anunciado el pasado 20 de agosto. Muchas personas desconocemos el trasfondo político de estos acuerdos. Sin embargo, se escuchan voces… se enfrentan intereses… se oponen ideas respecto a la forma de implementación. Ojalá no se dejen de escuchar voces, ni se dejen de enfrentar intereses, ni se dejen de debatir ideas acerca de cómo llevarlo a la práctica. Esto significaría que sigue avanzando. Porque el fin último son los chicos y las chicas de nuestro país, quienes merecen una formación más completa, con los contenidos de las ciencias de la computación incluidos, desde edades tempranas.
El uso transversal de la tecnología no implica aprender informática. Venimos sosteniendo desde la ADICRA que #ConLaTransversalidadNoAlcanza porque, entre otras cuestiones, cada docente tiene una formación específica y sabe de lo suyo. En el mejor de los casos, que usen las TIC como un recurso didáctico en las distintas asignaturas, no es suficiente para cubrir todos los temas relacionados con el área. Incorporar programación y robótica en los diseños curriculares es también fundamental. Por supuesto que se reconocen todos los esfuerzos, que siguen siendo muchos, por llevar adelante los NAP de Educación Digital, Programación y Robótica, del año 2018. Sin embargo, desde la asociación sentimos que se relaciona con persistir aplicando parches, con espasmos educativos que se diluyen si no existe una instancia formal, sistemática y contextualizada de enseñanza, el marco de la correspondiente disciplina. La formalización del espacio curricular para #LaInformáticaComoMateria, por otro lado, garantizaría, en cierto modo, la inclusión de todas las escuelas argentinas, independientemente de las características sociales, culturales o económicas de la comunidad.
Es deseable que, como fuera anunciado, en 2022 se cumpla dando arranque al Plan Nacional de Ciencia y Tecnología con escuelas piloto, y que, con el mejor formato que se logre, continúe su implementación durante 2023. El objetivo es que, finalmente, nuestros estudiantes tengan un horizonte formativo más amplio, porque las ofertas laborales en el área de tecnología abundan a nivel mundial, y los puestos no llegan a cubrirse. Oportunidad interesante.